lunes, 23 de agosto de 2010

EL USO DE LAS LETRAS MAYÚSCULAS. SU TILDACIÓN

CÓMO ENSEÑAR EL USO DE LAS LETRAS EN CASTELLANO


Sabemos que, en el idioma castellano cada uno de los signos que se usa en la escritura son llamadas letras y se dividen en mayúsculas y minúsculas. Las mayúsculas tienen mayor tamaño, distinta forma y se emplean cuando se escribe un nombre propio o si va seguido de un punto seguido o aparte, y las letras minúsculas son de menor tamaño y se emplean normalmente en la escritura, salvo en los casos que se hace necesario el uso normativo con respecto a las letras mayúsculas.
Al respecto, “La Ortografía de la Lengua Española” (RAE:1999) presenta una normativa bastante extensa (43 normas) sobre el uso de las letras mayúsculas en su última edición, lo cual conlleva a que, en algunos casos, aplicar las reglas sea más complicado y difícil de lo que parece.
Por otro lado, dentro de la escritura se ha observado un problema referente al tema en desarrollo, las personas, con el empleo de los mensajes de texto cortos por celular, correos electrónicos y el mensajero electrónico (Messenger o chat) con la idea de destacar algo que tiene importancia, abusan del uso de las mayúsculas sin hacer caso a la reglas establecidas (p.e. “Stoy en mi Ksa, Qando viene?”). Es por ello que se hace necesario exponer de manera clara las reglas del uso de las letras mayúsculas tomando como punto de referencia la Ortografía de la Real Academia Española (1999).

Reglas del uso de las letras mayúsculas seleccionadas para esta
experiencia didáctica

Se escriben con letra inicial mayúscula:

La primera palabra de cualquier escrito.
La primera palabra después de punto.
Después de los signos de interrogación y exclamación¡.
Después de dos puntos en el encabezamiento de una carta o en las citas textuales, es decir, en la reproducción fiel de las palabras de alguien.
Después de puntos suspensivos si lo que les sigue es otra oración distinta.
Cuando se deba empezar con mayúscula una palabra que empiece por Ch o Ll, sólo se escribirán así la C y la primera L
Los nombres propios (de personas, de animales, geográficos) y apellidos.
Los nombres de divinidades y los atributos divinos, es decir, las palabras referidas a Dios o a la Virgen María.
Los nombres de fiestas religiosas.
Los sobrenombres y apodos.
Los nombres de entidades, instituciones, organismos y colectividades.
La primera palabra de los títulos de los libros, cuadros, obras musicales, películas, piezas teatrales, esculturas, entre otras.
Las abreviaturas de tratamiento, aunque la palabra completa va en minúscula, ejemplo: Sr. (señor), Prof. (profesor).
Los nombres de épocas, períodos históricos o hechos famosos. Si constan de más de una palabra, todas ellas se escriben con mayúscula.
Los nombres de ciencias, técnicas y disciplinas académicas.
La primera palabra de los nombres latinos de las especies animales y las plantas, que además deben ir en cursiva.
Los símbolos químicos, los números romanos.

1. Cuestiones formales generales

1.1. El empleo de la mayúscula no exime de poner la tilde cuando así lo exijan las reglas de acentuación: ÁFRICA, África. Únicamente las siglas, que se escriben enteramente en mayúsculas, no llevan nunca tilde: CIA (del ingl. Central Intelligence Agency), y no *CÍA.
1.2. Cuando los dígrafos ch, gu, ll y qu se emplean en mayúscula al inicio de una palabra escrita con minúsculas, solo adopta forma de mayúscula el primero de sus componentes: Chillida, Guinea, Llerena, Quevedo; pero si los dígrafos forman parte de una palabra escrita enteramente en mayúsculas, deben ir en mayúscula sus dos componentes: CHILLIDA, GUINEA, LLERENA, QUEVEDO. Cuando los dígrafos forman parte de una sigla, se escribe en mayúscula solo el primero de sus componentes: PCCh (Partido Comunista de China).
1.3. La forma mayúscula de las letras i y j carece del punto que llevan en su grafía minúscula: Inés, Javier.

2. Uso de mayúsculas en palabras o frases enteras

2.1. Se escriben enteramente en mayúscula las siglas y algunos acrónimos: ISBN, OTI, ONG. Se escriben en minúscula, en cambio, los acrónimos que el uso ha convertido en sustantivos comunes: láser, radar, uvi. Cuando los acrónimos son nombres propios y tienen más de cuatro letras, solo se escribe en mayúscula la inicial: Unicef, Unesco.

2.2. Se utiliza la escritura en mayúsculas con el fin de destacar determinadas frases o palabras dentro de un escrito. Así, suelen escribirse enteramente en mayúsculas:
a) Las palabras o frases que aparecen en las cubiertas y portadas de los libros impresos, así como los títulos de cada una de sus divisiones internas (partes, capítulos, escenas, etc.).
b) Las cabeceras de diarios y revistas: EL UNIVERSAL, LA NACIÓN, TIEMPO.
c) Las inscripciones en lápidas y monumentos.
d) En textos jurídicos y administrativos —decretos, sentencias, bandos, edictos, certificados o instancias—, el verbo o verbos que presentan el objetivo fundamental del documento: CERTIFICA, EXPONE, SOLICITA.
e) En textos de carácter informativo, las frases que expresan el contenido fundamental del escrito: Por orden expresa de la dirección, se comunica a todos los empleados que, a partir de ahora, ESTÁ PROHIBIDO FUMAR DENTRO DE LAS DEPENDENCIAS DE LA EMPRESA.
f) Los textos de los carteles de aviso, para asegurar su visibilidad: SE RUEGA NO FUMAR; PROHIBIDO EL PASO.

3. Uso de mayúscula inicial exigido por la puntuación. De acuerdo con la posición que la palabra ocupe en el escrito, la puntuación exige su escritura con mayúscula inicial en los casos siguientes:
3.1. Si se trata de la primera palabra de un escrito o va después de punto: Hoy no iré. Mañana puede que sí.
3.2. Si sigue a los puntos suspensivos, cuando estos cierran un enunciado: Compramos mariscos, solomillos, vino... La cena resultó un éxito. Pero si los puntos suspensivos no cierran el enunciado, sino que este continúa tras ellos, la palabra que los sigue se escribe con inicial minúscula: Estoy pensando que... aceptaré; en esta ocasión debo arriesgarme.
3.3. Después de los dos puntos, debe comenzarse el texto con inicial mayúscula en los casos siguientes:
a) Tras los dos puntos que siguen a la fórmula de encabezamiento o saludo de una carta: Muy señor mío: / Le agradeceré...
b) Tras los dos puntos que siguen al verbo fundamental de un documento jurídico-administrativo: CERTIFICA: / Que D. José Álvarez García ha seguido el Curso de Técnicas Audiovisuales...
c) Tras los dos puntos que anuncian la reproducción de una cita o palabras textuales: Pedro dijo: «No volveré hasta las nueve».
3.4. En frases interrogativas y exclamativas existen dos posibilidades:
3.4.1. Si la pregunta o la Exclamación constituyen la totalidad del enunciado, y sus signos de cierre equivalen a un punto, la primera palabra de la pregunta o la exclamación se escribe con inicial mayúscula, así como la palabra que inicia la oración siguiente:
¿En qué año nació tu abuelo? Si no me equivoco, tenía la misma edad que el mío.
¡Qué miedo pasamos ayer! Se nos hizo de noche mientras bajábamos de la montaña.
3.4.2. Si la pregunta o la exclamación constituyen solo una parte del enunciado, pueden darse dos casos:
a) La pregunta o la exclamación inician el enunciado. En este caso, la primera palabra que sigue a los signos de apertura (¿ ¡) se escribe con mayúscula y la que sigue a los signos de cierre (? !) se escribe con minúscula: ¿Qué sorpresas me deparará este día?, me pregunto ante el espejo cada mañana. Esto ocurre también cuando se suceden varias preguntas o exclamaciones breves que pueden ser consideradas un único enunciado y separarse con signos de coma o de punto y coma: ¿Cómo te llamas?, ¿en qué trabajas?, ¿dónde naciste?
b) La pregunta o la exclamación no están colocadas al comienzo del enunciado, sino que siguen a otra palabra o palabras que también forman parte de este. En ese caso, la primera palabra de la pregunta o de la exclamación (la que sigue a los signos de apertura) se escribe con minúscula:
Natalia, ¿puedes ayudarme?
Pero ¡qué alegría tan grande verte por aquí!
Acentuación de letras mayúsculas
Las mayúsculas llevan tilde si les corresponde según las reglas dadas. Ejemplos: África, PERÚ, Órgiva, BOGOTÁ. La Academia nunca ha establecido una norma en sentido contrario.
Es muy importante resaltar esta última advertencia académica, que constituye en este punto la única novedad:
"La Academia nunca ha establecido una norma en sentido contrario".
Parecería redactada teniendo a la vista el estilo de EL MUNDO y, por supuesto, el de otros muchos usuarios de nuestra lengua que siguen actuando del mismo modo. Pues bien, la Academia, desde 1974, había considerado necesario el uso de la tilde en las mayúsculas.
A muchos nos ha sorprendido la lectura que ha tenido de parte de personas de todos los sectores sociales sobre la última edición de la ORTOGRAFÍA DE LA LENGUA ESPAÑOLA, revisada y consensuada por las 22 academias y publicada por Espasa en octubre de 1999. A este éxito han contribuido en gran medida los medios de comunicación, que se han referido a ella frecuentemente como ortografía panhispánica, siguiendo lo que dice la propia Academia en el prólogo, p. XIII:
"Los detallados informes de las distintas Academias han permitido lograr una Ortografía verdaderamente panhispánica".

Referencias Bibliográficas
Vargas, R. (1992). Castellano y Literatura Tercer Año Ciclo Diversificado.
Barcelona – España: Editorial Nueva América.
Real Academia Española (1999). Ortografía de la Lengua Española. Madrid:
Editorial Espasa Calpe, S. A.
Normas para citar según APA. Consultado el 24 de marzo de
2007.http://formacionenlinea.edu.ve/formacion_educadores/formacioneducadores/
curso-apa/unidad2/guion13.html





LA ORACIÓN LINEAL Y LA ORACIÓN ARBÓREA

EL ORDEN DE PALABRAS Y LA TIPOLOGIA LINGÜÍSTICA

A propósito de la oración gramatical, existen diversos tratados de tipo gramatical, lingüístico, sintáctico, etc, tratando de explicar aspectos de su estructura y de la distribución de sus elementos en ella. Bien, para intentar conocer algo de las nuevas teorías sobre sintaxis y semántica gramatical, que nos expliquen acerca de la oración como elemento de primer orden en la lengua, coincidimos con Olga Fernández Soriano (1989:595-607.Tematización y dislocación en castellano y su relación con el Parámetro del Sujeto Nulo), en cuanto al orden de las palabras que tiene una oración en el idioma castellano o español.
En ese sentido, el orden de los constituyentes en la oración es, sin duda, uno de los parámetros tipológicos fundamentales. Desde principios del siglo XX se ha venido observando que la distribución de las palabras y sintagmas no se hace del mismo modo en las lenguas del mundo y que, además, tal disposición no es arbitraria sino que responde a unos patrones que pueden ser definidos.
La empresa de delimitar esos patrones se acometió con gran entusiasmo desde perspectivas y círculos científicos diversos. El primer intento sistemático de establecer una tipología lingüística sobre la base del orden de palabras fue el de W. Schmidt (1926), y fue J. Greenberg quien elaboró de forma más precisa esa tipología.
Paralelamente, se desarrollaba en la Escuela de Praga lo que se conoce como perspectiva funcional, representada fundamentalmente por los trabajos de Mathesius, Firbas y Danes. Estas dos líneas se han enfrentado con el problema desde los dos puntos de vista que trataremos aquí: el que podríamos denominar «estructural» (principios reguladores de las relaciones estructurales en la oración) y el relativo a la disposición de la información (aspectos de la aportación de información que determinan la disposición de los elementos significativos en de la oración.
a) En primer lugar, el español pertenece al tipo de lenguas que se ajustan a un orden, esto es, es configuracional. Una de las implicaciones de tal propiedad es, como vimos, que puede postularse la existencia de un constituyente SV.
b) Además, los sintagmas en español se estructuran de modo que el núcleo se sitúa a la izquierda de los complementos (i.e. es de núcleo inicid).Por tanto, los objetos siguen al verbo y la estructura oracional no marcada es S-V-O. Por otro lado, en español el verbo «sube» hasta la flexión para unirse a sus afijos, con lo que cualquier constituyente quedará detrás.
c) Por último, nuestra lengua posee marcas flexivas verbales, pronombres átonos y preposiciones, de modo que el criterio de visibilidad está satisfecho en bastante medida. Ello le permite una cierta libertad a la hora de disponer los distintos argumentos verbales en la O, aunque esa libertad es más restringida que en otros casos, como en latín, en que cada argumento incorpora en sí la marca de caso que permite su identificación temática o, dicho de otro modo, manifiesta la relación que guarda con el núcleo verbal.
Pero quien se encarga sobre el estudio, análisis y descripción de los elementos de la oración, es La sintaxis, una subdisciplina de la lingüística. En concreto, lo que la sintaxis estudia son las normas que controlan la combinatoria de constituyentes, y cómo estos forman unidades superiores, como las oraciones y los sintagmas.
La sintaxis no se ocupa del estudio de las palabras, sino de las agrupaciones que éstas forman (tanto las de primer nivel o sintagmas, como las de segundo nivel u oraciones), y de las funciones que desempeñan. Un enunciado sintácticamente correcto, entonces, será aquél en el que los diferentes sintagmas estén bien constituidos, bien posicionados y correctamente relacionados los unos con los otros.
A lo largo de la historia, la forma de afrontar el estudio de la sintaxis ha ido variando. El paradigma tradicional fue establecido por Leonard Bloomfield, quien elaboró la llamada lingüística estructural y aplicó sus conclusiones al estudio sintáctico. Para él, la sintaxis era “el estudio de las formas libres compuestas completamente por formas libres”, lo cual es una definición demasiado técnica para el estudio que nos ocupa. Lo importante aquí es que por primera vez se consideró que la lengua (en concreto, los enunciados) podían estudiarse como estructuras y sistemas de estructuras relacionados, como constituyentes sujetos a sustitutabilidad.
Más adelante, con la revolución lingüística originada por la teoría generativa y transformacional de Noam Chomsky, el estudio de la sintaxis evolucionó hacia nuevos paradigmas. La teoría estructural no se abandonó, sino que se enriqueció, y las oraciones pasaron a analizarse a través de diagramas arbóreos, tan populares en los centros de educación secundaria desde entonces. Este sistema permitía un doble objetivo: a) seguir estudiando la raíz estructural que tiene todo enunciado, y por lo tanto poder seguir utilizando el rico entramado intelectual de la gramática estructural, a la vez que b) introducía la importancia del orden lineal de las palabras tan importante para la gramática generativa. Porque, en efecto, un mismo grupo de palabras (o sintagma) puede no variar en absoluto el significado de la oración cuando se cambia de lugar, pero en ocasiones sí lo hace.
Orden lineal de la oración

Tanto en las lenguas orales como en las signadas, el orden lineal es una de las características más evidentes; es decir, una expresión lingüística se realiza físicamente como una secuencia de sonidos o de señas.
El solo hecho de que las lenguas tengan orden lineal sugiere que debe ser planteado explícitamente, ya sea como primitivo o como derivado de una estructura jerárquica. En los últimos años, siguiendo a Kayne (The antisymmetry), el componente primitivo de muchos enfoques de la teoría sintáctica ha sido la estructura de los constituyentes, mientras el orden lineal se deriva de la estructura jerárquica: el orden de los elementos léxicos se correlaciona con la estructura jerárquica en la que se encuentren.
El orden lineal de la estructura superficial es excluido de la sintaxis, queda relegado a la fonología de la lengua (véase Chomsky “The minimalist”, “Three”, entre otros).



COMPONENTES:
O = SN + SV
Suj. Pred.




FERNÁNDEZ SORIANO (1989): «Tematización y dislocación en castellano y su relación
con el Parámetro del Sujeto Nulo>~, en Actas del IV Congreso de Lenguafrs Naturales y Lenguajes Formales, C. Martin Vide (cd.) (Universidad de Barcelona). pp. 595-607elementos significativos en la oración).

domingo, 8 de agosto de 2010

UNIDADES DISTINTIVAS DE LA LENGUA. VOZ, SONIDOS Y ARTICULACIONES

UNIDADES DISTINTIVAS DE LA LENGUA
La unidades se pueden componer a partir de lo que André Martinet denominó la doble articulación del lenguaje: el lenguaje se compone de una serie de elementos que pueden ser de dos tipos diferentes: las unidades distintivas y las unidades significativas.
Por unidades distintivas entendemos los fonemas (unidades mínimas dentro de la lengua, y que en el lenguaje oral son distintivas y aislables); y las unidades significativas son los monemas. Varias unidades distintivas consiguen articular una unidad significativa.
Hay dos tipos de monemas: los que conllevan significado léxico (lexemas) y los que conllevan significado gramatical (morfema). Según Martinet, los monemas serían unidades de primera articulación y los fonemas de segunda.
La complejidad está en que todas estas unidades se combinan entre sí para formar un mensaje a través de unas reglas gramaticales. La característica de la economía tiene que ver con la sencillez con la que se desarrolla el sistema.
Desde una perspectiva global podemos observar como con 24 fonemas y unas reglas gramaticales somos capaces de crear ilimitados mensajes. La economía llega a ser una norma. La lengua tiende a la economía.
Pero, desde el punto de vista psicológico, hay una sola unidad. Por lo tanto, tenemos la siguiente asimetría:
una unidad mental, psicológica ----> dos sonidos
Las unidades mentales son fonemas, las unidades físicas, los sonidos, son fonos. Un fono es la realización física de una unidad mental, de un fonema. En el caso del ejemplo anterior, hay una sola unidad de la que un hablante nativo de español tiene consciencia, una sola unidad psicológica, mental. Es decir, un fonema.
Sin embargo, este fonema tiene dos realizaciones físicas diferentes, dos fonos, dos diferentes pronunciaciones. Dos fonos que representan el mismo fonema, es decir, que son pronunciaciones diferentes de un sólo fonema, son dos alófonos de un fonema. Utilizamos los símbolos// cuando hablamos de fonemas y los símbolos [] cuando hablamos de (aló)fonos. De tal manera que la situación descrita en el ejemplo anterior se puede representar así:
[b]
/b/
[ß]

Cada fonema tiene al menos una realización física, un fono. Algunos fonemas, como /b/, tienen más de un fono, más de una realización física, tienen dos o más alófonos.

FONOLOGÍA Y FONÉTICA

La Fonología estudia los fonemas, es decir el modelo fónico convencional e ideal del lenguaje.
Mientras que la Fonética, se refiere a los sonidos en el habla, incluyendo su producción acústica y los procesos físicos y fisiológicos de emisión y articulación involucrados.
Entonces, la Fonología es el estudio de los sonidos de la lengua en cuanto a su carácter simbólico o de representación mental. Procede detectando regularidades o recurrencias en los sonidos del lenguaje hablado y sus combinaciones y haciendo abstracción de las pequeñas diferencias debidas a la individualidad de cada hablante y de características suprasegmentales como la entonación, el acento (tónico, es decir por aumento de la intensidad y agógico, por aumento de la duración), etc.
Cada uno de los sonidos abstractos así identificados es un fonema. Uno de los objetivos de la fonología es acotar al máximo la cantidad de fonemas requeridos para representar cada idioma de una manera suficientemente precisa.
Por consiguiente, la Fonética estudia experimentalmente los mecanismos de producción y percepción de los sonidos utilizados en el habla a través del análisis acústico, articulatorio y perceptivo. Se ocupa, por consiguiente, de las realizaciones de los fonemas.

LA VOZ HUMANA
El aparato fonatorio
La voz humana se produce voluntariamente por medio del aparato fonatorio. Éste está formado por los pulmones como fuente de energía en la forma de un flujo de aire, la laringe, que contiene las cuerdas vocales, la faringe, las cavidades oral (o bucal) y nasal y una serie de elementos articulatorios: los labios, los dientes, el alvéolo, el paladar, el velo del paladar y la lengua (ver figura 1).
Las cuerdas vocales son, en realidad, dos membranas dentro de la laringe orientadas de adelante hacia atrás (ver figura 2). Por adelante se unen en el cartílago tiroides (que puede palparse sobre el cuello, inmediatamente por debajo de la unión con la cabeza; en los varones suele apreciarse como una protuberancia conocida como nuez de Adán). Por detrás, cada una está sujeta a uno de los dos cartílagos aritenoides, los cuales pueden separarse voluntariamente por medio de músculos. La abertura entre ambas cuerdas se denomina glotis.
Cuando las cuerdas vocales se encuentran separadas, la glotis adopta una forma triangular. El aire pasa libremente y prácticamente no se produce sonido. Es el caso de la respiración.
Cuando la glotis comienza a cerrarse, el aire que la atraviesa proveniente de los pulmones experimenta una turbulencia, emitiéndose un ruido de origen aerodinámico conocido como aspiración (aunque en realidad acompaña a una espiración o exhalación). Esto sucede en los sonidos denominados “aspirados” (como la h inglesa).
Al cerrarse más, las cuerdas vocales comienzan a vibrar a modo de lengüetas, produciéndose un sonido tonal, es decir periódico. La frecuencia de este sonido depende de varios factores, entre otros del tamaño y la masa de las cuerdas vocales, de la tensión que se les aplique y de la velocidad del flujo del aire proveniente de los pulmones. A mayor tamaño, menor frecuencia de vibración, lo cual explica por qué en los varones, cuya glotis es en promedio mayor que la de las mujeres, la voz es en general más grave.
A mayor tensión la frecuencia aumenta, siendo los sonidos más agudos. Así, para lograr emitir sonidos en el registro extremo de la voz es necesario un mayor esfuerzo vocal. También aumenta la frecuencia (a igualdad de las otras condiciones) al crecer la velocidad del flujo de aire, razón por la cual al aumentar la intensidad de emisión se tiende a elevar espontáneamente el tono de voz.




Clasificación de los sonidos de la voz
Los sonidos emitidos por el aparato fonatorio pueden clasificarse de acuerdo con diversos criterios que tienen en cuenta los diferentes aspectos del fenómeno de emisión.
Estos criterios son:
a) Según su carácter vocálico o consonántico.
b) Según su oralidad o nasalidad
c) Según su carácter tonal (sonoro) o no tonal (sordo)
d) Según el lugar de articulación
e) Según el modo de articulación
f) Según la posición de los órganos articulatorios
g) Según la duración

VOCALES Y CONSONANTES
Desde un punto de vista mecanoacústico, las vocales son los sonidos emitidos por la sola vibración de las cuerdas vocales sin ningún obstáculo o constricción entre la laringe y las aberturas oral y nasal. Dicha vibración se genera por el principio del oscilador de relajación, donde interviene una fuente de energía constante en la forma de un flujo de aire proveniente de los pulmones.
Son siempre sonidos de carácter tonal (cuasiperiódicos), y por consiguiente de espectro discreto. Las consonantes, por el contrario, se emiten interponiendo algún obstáculo formado por los elementos articulatorios. Los sonidos correspondientes a las consonantes pueden ser tonales o no dependiendo de si las cuerdas vocales están vibrando o no. Funcionalmente, en el castellano las vocales pueden constituir palabras completas, no así las consonantes.
Oralidad y nasalidad
Los fonemas en los que el aire pasa por la cavidad nasal se denominan nasales, en tanto que aquéllos en los que sale por la boca se denominan orales. La diferencia principal está en el tipo de resonador principal por encima de la laringe (cavidad nasal y oral, respectivamente). En castellano son nasales sólo las consonantes “m”, “n”, “ñ”

Tonalidad
Los fonemas en los que participa la vibración de las cuerdas vocales se denominan tonales o, también, sonoros. La tonalidad lleva implícito un espectro cuasi periódico. Como se puntualizó anteriormente, todas las vocales son tonales, pero existen varias consonantes que también lo son: “b”, “d”, “m”, etc. Aquellos fonemas producidos sin vibraciones glotales se denominan sordos. Varios de ellos son el resultado de la turbulencia causada por el aire pasando a gran velocidad por un espacio reducido, c como las consonantes “s”, “z”, “j”, “f”.

Lugar y modo de articulación
La articulación es el proceso mediante el cual alguna parte del aparato fonatorio interpone un obstáculo para la circulación del flujo de aire. Las características de la articulación permitirán clasificar las consonantes.
Los órganos articulatorios son los labios, los dientes, las diferentes partes del paladar (alvéolo, paladar duro, paladar blando o velo), la lengua y la glotis. Salvo la glotis, que puede articular por sí misma, el resto de los órganos articula por oposición con otro. Según el lugar o punto de articulación se tienen fonemas:
Bilabiales: oposición de ambos labios
Labiodentales: oposición de los dientes superiores con el labio inferior
Linguodentales: oposición de la punta de la lengua con los dientes superiores
Alveolares: oposición de la punta de la lengua con la región alveolar
Palatales: oposición de la lengua con el paladar duro
Velares: oposición de la parte posterior de la lengua con el paladar blando
Glotales: articulación en la propia glotis

A su vez, para cada punto de articulación ésta puede efectuarse de diferentes modos, dando lugar a fonemas:
Oclusivos: la salida del aire se cierra momentáneamente por completo
Fricativos: el aire sale atravesando un espacio estrecho
Africados: oclusión seguida por fricación
Laterales: la lengua obstruye el centro de la boca y el aire sale por los lados
Vibrantes: la lengua vibra cerrando el paso del aire intermitentemente
Aproximantes: La obstrucción muy estrecha que no llega a producir turbulencia
Los fonemas oclusivos (correspondientes a las consonantes “b” inicial o postnasal, “c”, “k”, “d”, “g” inicial, postnasal o postlateral, (“p”, “t”) también se denominan a veces explosivos, debido a la liberación repentina de la presión presente inmediatamente antes de su emisión. Pueden ser sordos o sonoros, al igual que los fricativos (“b” postvocálica, postlateral y postvibrante, “g” postvocálica y post vibrante, “f”, “j”, “h” aspirada, “s”, “y”, “z”).
Sólo existe un fonema africado en castellano, correspondiente a la “ch”. Los laterales (“l”, “ll”) a veces se denominan líquidos, y son siempre sonoros. Los dos fonemas vibrantes del castellano (consonantes “r”, “rr”) difieren en que en uno de ellos (“r”) se ejecuta una sola vibración y es intervocálico, mientras que en el otro (“rr”) es una sucesión de dos o tres vibraciones de la lengua.
Por su lado, los fonemas aproximantes (la “i” y la “u” cerradas que aparecen en algunos diptongos) son a veces denominados semivocales, pues en realidad suenan como vocales. Pero exhiben una diferencia muy importante: son de corta duración y no son prolongables.

domingo, 1 de agosto de 2010

LA ORACIÓN. LA DOBLE ARTICULACIÓN

La oración gramatical

a) Oración gramatical es la expresión de un juicio o pensamiento completo. La parte de la Gramática de la Lengua que estudia las oraciones se llama Sintaxis. Ejemplos: la luna no salía, Manolo es estudioso, Juan trabaja en una fábrica.

b) La frase es una expresión que no tiene sujeto ni predicado. Ejemplos: silencio, por favor; cerrado los lunes; éxito de las voleibolista peruanas en el Panamericano.

Elementos de la oración

Los elementos de la oración gramatical son dos: sujeto y predicado.

a) Sujeto es la palabra o grupo de palabras que indican la persona o cosa de la que afirmamos o negamos algo. Ejemplos: Arturo estudia la lección (sujeto: Arturo), el perro corre por el campo (sujeto: el perro), ven a verme (sujeto elíptico o no expreso: tú).

b) Predicado es la palabra o grupo de palabras que expresan lo que afirmamos o negamos del sujeto. Ejemplos: Arturo estudia la lección (predicado: estudia la lección),
el perro corre por el campo (predicado: corre por el campo), ven a verme (predicado: ven a verme).

Modalidades de oraciones

Según la actitud del hablante las oraciones pueden ser:

a) Enunciativa. El hablante informa. Ejemplo: nosotros compraremos ropa.
b) Interrogativa. El hablante pregunta. Ejemplo: ¿cómo te ha ido en el examen?
c) Exclamativa. El hablante expresa una emoción. Ejemplo: ¡Qué buen día tenemos!
d) Exhortativa. El hablante ruega u ordena. Ejemplo: apaga la televisión.
e) Desiderativa. El hablante expresa un deseo. Ejemplo: ojalá apruebe todo en junio.
f) Dubitativa. El hablante expresa una duda. Ejemplo: quizá llueva esta tarde.

FORMACIÓN DE LAS PALABRAS. La doble articulación

1ª articulación: MONEMAS: Unidades mínimas CON significado: GAT- O

2ª articulación: FONEMAS: Unidades mínimas SIN significado: /G/ /A/ /T/ /O/

La palabra•Es una unidad lingüística independiente, formada por uno o más monemas, que en
la escritura aparece delimitada entre dos espacios en blanco.
•Aunque se emplea la palabra como unidad significativa, la unidad más pequeña dotada de significación se llama MONEMA
•Las palabras se componen:
o De UN SOLO monema: mapa
o De MÁS DE UN monema: mapa-s
•Los MONEMAS se clasifican en:
o LEXEMAS: forman el núcleo de los
 Nombres: MUCHACH-o
 Adjetivos: ALT-o
 Adverbios: NUNCA
 Verbos: CANT-amos
y aportan el significado léxico.

o MORFEMAS: son unidades de significado gramatical, que sirven para relacionar o modificar el significado de los lexemas.
 Se clasifican en:

•INDEPENDIENTE S
Cuando forman palabras por sí solos:
•Determinantes: mi
•Preposiciones: en
•Conjunciones: o
•Pronombres: te

•D EPENDIENTES:
Cuando se unen a los lexemas para completar y modificar su significado:
Pueden ser:

•DERIVATIVOS (o AFIJOS): Añaden significado a los lexemas:
o Prefij. os: IN - móvil
o Infijos: hum – AR - eda
o Sufijos: port – ERO

•FLEXIVOS: siempre ocupan la posición final de la palabra y sirven para expresar accidentes gramaticales:
o Expresan género / número (mal – O – S)
o Los verbos expresan:
 Persona |
 Número |
 Tiempo | mir - ÁBAMOS
 Modo |
 Aspecto |
 Voz |

GRAMÁTICA ESPAÑOLA. LOS SUSTANTIVOS EPICENOS

Al intentar hacer un artículo sobre gramática castellana, encontré en la última versión de la Real Academia Española (RAE-2008) el tratado sobre Nueva gramática de la lengua española.
Pues bien, en dicho texto hallé un acápite que versa sobre los sustantivos epicenos, que son aquellos sustantivos, en nuestra lengua, de un solo género. Pasemos a detallar lo que la RAE explica y describe sobre estos elementos gramaticales.

Los sustantivos epicenos. Alternancias con otras clases de nombres

Como decíamos la RAE define o llama EPICENOS a los sustantivos de un solo género que designan seres animados sin especificar su sexo. Estos sustantivos no poseen, por tanto, ninguna marca formal que especifique el sexo del ser que designan. La mayor parte de los nombres epicenos son nombres de animales. Ejemplo:
búho, camaleón, cebra, culebra, hiena, hormiga, jilguero, jirafa, lechuza, liebre, mosca, mosquito, perdiz, rata, sapo, tiburón, etc.
Precisa la RAE que, así pues, aunque existen la perdiz macho y la perdiz hembra, el sustantivo perdiz es exclusivamente femenino: una perdiz / *un perdiz. Los sustantivos epicenos que designan animales contrastan, por tanto, con los comunes en cuanto al género y también con los que admiten moción genérica, es decir, con los que poseen una forma masculina para designar el macho y una femenina para referirse a la hembra, como sucede en los pares siguientes:
burro / burra; canario / canaria; cerdo / cerda; conejo / coneja; cordero / cordera; elefante / elefanta; gallo / gallina; gato / gata; jabalí / jabalina; león / leona; oso / osa; pájaro / pájara; palomo / paloma; pato / pata; perro/ perra; ternero/ ternera; zorro/zorra.
Indica la academia, que los sustantivos epicenos, a diferencia de los comunes en cuanto al género o de los ambiguos, no se marcan como tales en el DRAE. Se indica, en cambio, en cada entrada el género que les corresponde: masculino en el caso de mosquito, femenino en el de pantera, etc. Por otra parte, corresponde a los diccionarios, como es obvio, informar del género que presentan los sustantivos, no del sexo que poseen los individuos que estos pueden designar.
Si bien, como se ha explicado, jilguero es un sustantivo epiceno, también se conoce jilguera, menos usado que jilguero hembra. Como femenino de tigre, se usa tigra en Colombia y otros países americanos, como en Sabiendo que habría sido como consolar una tigra atravesada por una lanza (García Márquez, Amor), pero se prefiere tigresa o tigre hembra en otros muchos. En el español medieval y en el clásico, se usaba una tigre: […] que siendo una tigre fiera se trasforme en oveja mansa (B. de Torres, Crónica). Este uso no es hoy general, pero se documenta ocasionalmente en textos del siglo XX:
Y, lanzándosele como una tigre, la levanta de la greña (Carrasquilla, Marquesa); Tiró de sí, con fuerte brío.
Como una tigre, pronta al salto (González Anaya, Oración).
También algunos nombres de plantas admiten la aposición de macho y hembra. Están, entre ellos, acebo, datilera, espárrago, mamón, ombú, palmera, plátano, ruda, sauce.
Pero, los sustantivos macho y hembra constituyen las formas adecuadas para deshacer la posible ambigüedad de los sustantivos epicenos que designan animales. La concordancia no está condicionada por el sexo de la entidad designada, sino por el género del sustantivo que forma el grupo nominal. Se dice, por tanto, El tiburón hembra es muy peligroso, y no *El tiburón hembra es muy peligrosa. Aunque el sustantivo hembra es femenino, y el sustantivo macho, masculino, no hay contradicción gramatical en grupos nominales como un tiburón hembra o la ardilla macho, puesto que se trata de aposiciones.
Solo algunos nombres de persona son epicenos. Los sustantivos criatura y víctima son femeninos, independientemente del sexo de las personas designadas. La expresión una criatura podrá designar, por tanto, a un niño de corta edad, y es posible referirse a un varón fallecido con el término femenino la víctima. Si bien estos sustantivos mantienen en los modificadores nominales y en las construcciones atributivas el género gramatical que les corresponde léxicamente, como en La víctima del robo estaba sumamente {*nervioso ~ nerviosa} o una criatura muy {pequeña ~ *pequeño}, se documentan, a veces, modificadores explicativos que hacen referencia al sexo del ser designado, como en ¿Veis esa repugnante criatura, / chato, pelón, sin dientes, estevado, / gangoso, y sucio, y tuerto, y jorobado? (Moratín, Poesías), donde se usan en masculino los adjetivos que se subrayan, a pesar de que el sustantivo epiceno criatura es de género femenino.
Por su parte, el sustantivo masculino miembro designa ciertas extremidades articuladas. Se usa como epiceno cuando designa la persona que se integra en un grupo o en una comunidad, pero empieza a ser usado también como común en cuanto al género con ese sentido: el miembro/la miembro. He aquí algunos ejemplos de este uso:
Entre los efectos que le fueron incautados a la miembro de ETA se incluye una agenda electrónica (Vanguardia [Esp.] 31/8/1994); “No nos hace falta saber lo que va a pasar […] dentro de tres años”, dijo la miembro de la junta […], vicepresidenta ejecutiva de Miami Free Zone Corporation (Nuevo Herald 21/4/1997); A la hora de hacerlo, nadie mejor que Justa Montero, miembro destacada de la Asamblea Feminista (Pueblos 31/10/2006).
Así pues, se admiten las dos opciones en alternancias como Ella es el miembro más notable del equipo ~ Ella es la miembro más notable del equipo. Se ha documentado el sustantivo miembra, que no se recomienda. El sustantivo rehén está ampliamente documentado como epiceno (Ella era el único rehén), pero hoy predomina su uso como común en cuanto al género (el rehén / la rehén):
Queda suspendido en el aire un instante (aprovechado para arrastrar a la rehén hasta la orilla) (Berlanga, Gaznápira); Le convenía mantener tranquila a la rehén (Victoria, Casta).
En el caso del sustantivo bebé, es común en cuanto al género en muchos países americanos (Es un bebé precioso ~ Es una bebé preciosa): […] sobre la piel de una bebé rosada (Proceso 29/12/1996), pero es epiceno en España: Los padres de Almudena García, un bebé de nueve meses de Bembibre (León), anuncian [...] (Mundo [Esp.] 30/3/1997). La oposición bebe/beba se documenta en el Río de la Plata, el Caribe insular y algunos países andinos —a veces en la forma bebé /beba—, entre otras áreas, a veces coincidentes con las que admiten bebe o bebé como sustantivo común en cuanto al género:
Con una mano lee una revista y con la otra hamaca el cochecito donde está el bebe, al que no se ve (Rovner, Foto); Los amores de un bebe y una anciana que además es algo así como su tía (Vargas Llosa, Tía); Tanto la madre como la bebe fueron trasladadas al Hospital Jackson Memorial (Américas 14/4/1999); Sara se levanta como por un resorte, alza en brazos a la beba y le pone el biberón en la boca (Halley, Amor).
En la lengua popular de varios países americanos y algunas regiones españolas, se han documentado los sustantivos ovejo, yerna y otros similares que, en la variedad culta, se sustituyen por formas heterónimas (carnero, nuera). Se extiende el femenino ídola en la lengua juvenil de Chile y el Río de la Plata, y a veces también en la conversacional (una cantante nueva que es ídola de todos los jóvenes). Este uso no ha pasado tampoco a los registros más formales.
No son epicenos sustantivos atributivos como desastre, encanto, caos, maravilla o belleza, entre otros muchos similares, ya que no designan seres animados, aunque puedan predicarse de ellos, como en {Ella ~ Él} es un encanto o {Este escritor ~ Esta escritora} es una maravilla. Si bien sustantivos como mamarracho o vejestorio se asimilan a menudo al paradigma de los epicenos, se están extendiendo sus variantes femeninas mamarracha y vejestoria, y —en el primer caso— también el sustantivo común en cuanto al género mamarracho (por tanto, un mamarracho/una mamarracho). He aquí algunos ejemplos de estos usos:
Aprendí que lo que tengo que hacer es usar esa libertad, aunque sin ser una mamarracha (Metrópoli 15/2/2006); Sentía su honor manchado con el ejemplo que esta hija daba a las de los demás al amancebarse con un aborto de eclesiástico y vestir pantalones como si fuera un mamarracho o una turista (F. Rubio, Sal ); A mí misma me daría un poco de repelús que Sergio o Diego se enamoraran de un vejestorio como yo (Rico Godoy, Mujer); Siempre que se trata de nombramientos
en el exterior, destierran unas vejestorias de museo que ya no pueden ni con la fe de bautizo (Asturias, París).
Ahora, comparada con la clase de los sustantivos comunes en cuanto al género o con la de los ambiguos, la de los sustantivos epicenos es relativamente secundaria, ya que la información que este grupo aporta solo es pertinente de forma indirecta a efectos sintácticos.
En muchos casos, los sustantivos epicenos ponen de manifiesto que lingüísticamente no interesa el sexo de la persona designada. Suelen considerarse epicenos los sustantivos masculinos personaje y vástago, así como el femenino persona, pero la referencia que cabe hacer en todos ellos al sexo del individuo designado es irrelevante: {Mario ~ María} es el personaje central de la obra. Entre los demás sustantivos de persona, no abundan los epicenos. El sustantivo pariente es común en cuanto al género —se dice Es pariente {mío ~ mía}, al igual que Son turistas {italianos ~ italianas}—, pero se usa también como epiceno, como en La consideraban un pariente lejano. El femenino parienta tiene otro sentido, como explica el DRAE. Está sujeto a la misma alternancia el sustantivo familiar, que se usa unas veces como común, como en Una familiar suya residente en Buenos Aires se puso en contacto con ella (Voz de Galicia 15/1/2004), y otras como epiceno (Ella es familiar mío).
Por otra parte, la RAE señala que no son epicenos los sustantivos masculinos de persona que se usan como términos no marcados de una oposición, por lo que cubren también los referentes que corresponden al otro sexo. Como se explica en el caso del grupo nominal los franceses puede abarcar el conjunto de los franceses y las francesas. Tampoco son epicenos los sustantivos que designan parejas de varón y mujer (esposos, novios, reyes). En estos casos y en otros análogos, el masculino funciona asimismo como el género no marcado. Cabe, pues, decir Tiene dos hijos: un niño y una niña, o Vendrán mis dos hermanos: Juan y Ana.
Bien, espero que el artículo de la Nueva gramática de la lengua española editada por la RAE, nos haya permitido esclarecer algunas dudas sobre los sustantivos epicenos, que algunas veces nos llevan a confusión en momentos de emplearlos en la construcción de oraciones.